Con el objetivo de mantener a una parte de la población carcelaria entretenida en buenas obras, las autoridades de Adaptación Social tienen un departamento de talleres, donde 45 reclusas trabajan para la empresa Archivadores Manuales Para Oficina (AMPO).
El convenio tiene 10 años de funcionar en la cárcel El Buen Pastor, en San Rafael Arriba de Desamparados. Una parte del producto se queda en el país y la otra se exporta.
Fabiola Retana, orientadora, manifestó a DIARIO EXTRA que de acuerdo con las destrezas de la privada de libertad y su comportamiento es tomada en cuenta para trabajar.
“Se les hace un estudio minucioso para determinar que están aptas, se toman en cuenta las habilidades que tengan y deben tener buenas relaciones interpersonales,porque el trabajo es en equipo.
La mayoría son jefas de hogar y continúan con el rol de proveedoras, así satisfacen las necesidades de sus hijos, incluso el dinero ganado lo invierten en ellos y en sus necesidades básicas”, explicó.
Retana detalló que no se toman en cuenta los delitos sino una valoración integral.
“Si cumple con las funciones y tiene las habilidades, no hay problema; hay mujeres con delitos contra la Ley de Psicotrópicos, contra la vida y la propiedad, y hasta por el delito de homicidio.
Actualmente existe una lista de espera de las reclusas que desean trabajar, si dan buen rendimiento pueden permanecer en el taller hasta que cumplan su condena”, agregó.
SOLO SENTENCIADAS
Jorge Fallas, encargado de talleres, aseguró que son mujeres trabajadoras fijas, algunas tienen hasta cinco años y todas han sido sentenciadas.
“Después de que hacen la solicitud para trabajar se analiza el caso y el consejo ubica en el taller a las mujeres que cumplen con todos los requisitos. Ellas trabajan de lunes a viernes de 8 a.m. a 5 p.m., ganan ¢492 por hora las que están en empaque y las encargadas de máquina ¢574”, explicó.
Fallas agregó que en el momento que se detecte indisciplina se abordan para verificar lo sucedido.
“Los departamentos de Orientación y Seguridad hacen el informe y si es el caso de reubicar o suspender a la privada se hace. Tenemos varias solicitudes pendientes, por lo que eso no es problema”, enfatizó.
William Rodríguez, funcionario de AMPO, se mostró muy complacido con el desempeño de estas privadas de libertad.
“Es una empresa netamente costarricense, con más de 65 años en el mercado, y la idea surgió hace seis años con trabajos pequeños manuales. Se traía a alrededor de 17 privadas.
A través del tiempo comprobamos que en el centro hay mujeres muy calificadas en su rendimiento y la posibilidad de ir creciendo. El producto terminado se queda en el país y se exporta a Centroamérica, Panamá y Venezuela, entre otros”, indicó.
Rodríguez aseguró que siempre les dan un tiempo para que aprendan bajo supervisión y después a trabajar.
“Trabajamos apegados al convenio que nos da la institución, la empresa les paga una póliza de riesgos y se agregan trabajos manuales, como el doblado y contado, mientras que por máquina las carpetas colgantes.
Hemos surgido bastante, por día hacemos dos viajes de camión con producto terminado”, añadió.
Con su trabajo las reclusas, aparte de ganar dinero y ayudar a sus familias, reducen días cárcel, lo que constituye un ambiente laboral idóneo.
Fuente: http://www.diarioextra.com/