La historia de nuestra Costa Rica es el resultado de un largo proceso de encuentros y desencuentros, de victorias y derrotas, de alegrías y de crisis.
Nuestra identidad, se ha construido alrededor de valores como la libertad, la paz, la igualdad, la justicia, la solidaridad, la inclusión y el respeto, elementos que permitieron dar luz a la educación gratuita y obligatoria, a las garantías sociales, a la abolición del ejército, entre muchos otros avances nacionales.
Hoy, es oportuno recordar que fortalecer una Nación, implica un complejo e interminable proceso de trabajo y, por lo tanto, quedarnos simplemente entre los aplausos de los anteriores logros históricos, no basta ni es correcto. La Costa Rica del Bicentenario, como en cualquier proceso de maduración, nos llama a resolver retos apremiantes.
La pobreza, la inseguridad, la desigualdad, el desempleo, la gestión ambiental, los derechos humanos y finalmente, el complejo tema fiscal, son asuntos que no podemos hacer esperar, razón por la cual, están siendo atendidos en orden de priorización y de la manera más estratégica posible. Frente a dicha atención, no me sorprende la situación que estamos viviendo como país, pues tomar decisiones difíciles, y el cambio en general, traen consigo conflictos sociales y eso es natural y esperable; lo que si me sorprende, es la manera en que desde algunos sectores se están resolviendo estos puntos de inflexión, pues creo firmemente que nunca un golpe debe de sustituir al diálogo.
En este convulso escenario las negociaciones son muchas, las voces son muy distintas y es en ese mar de posiciones, donde debemos de tener la capacidad de tejer una atmósfera de intereses colectivos y de oportunas soluciones. Dicha tarea no es cosa fácil y debe de realizarse de la manera más racional, propositiva y cuidadosa posible.
Existen manifestantes respetuosos, existen contrapartes respetuosas, y es en ese disenso positivo que debemos de encontrarnos. Como equipo, como familia, como la gran Nación que somos, la ciudadanía y los representantes electos por ella, debemos movernos a través del diálogo de una manera constructiva, crítica y organizada, para avanzar así, hacia las grandes medidas que debemos tomar.
Por amor a Costa Rica, todos y todas somos llamados a dejar de lado nuestros intereses individuales y a agruparnos alrededor de los intereses colectivos, enfrentemos con valentía, las decisiones que nos exige la coyuntura actual, sin miedo, con optimismo y con visión de futuro. Estoy segura que seguiremos siendo referentes de paz al mundo, no por la ausencia de conflicto en nuestro territorio, si no por nuestra gran habilidad de resolverlo mediante el diálogo.