Gustavo Durán sueña con tener su empresa de consultoría financiera; Douglas Navarro quiere dedicarse a la educación; Randall Portilla aspira a ejercer como administrador de empresas; y Andrés (quien nos pidió proteger su identidad), quiere darle a su mamá el orgullo de verlo convertido en todo un profesional.
Estas cuatro personas privadas de libertad pasaron del soñar a la acción. Decidieron cambiar sus vidas, cambio que se concretó entre el pasado viernes y hoy lunes al recibir los preciados títulos de educación superior por los que pasaron tantos días con sus noches estudiando, y que los acreditan como bachilleres y diplomados en Administración de Empresas.
Para conseguirlo, aprovecharon la oportunidad les brindó el sistema penitenciario y la Universidad Estatal a Distancia (UNED) para ingresar a una carrera universitaria.
“Gracias al convenio que tenemos con la UNED y a la articulación que hemos logrado establecer, a la población penal se le brinda todos los materiales didácticos, pero también becas para que cursen no solo carreras universitarias, sino que lleven preparación técnica, inclusive cuando salen del centro penitenciario para ingresar al régimen semi¿ institucional”, explicó Asdrúbal Mora, Jefe Nacional de Educación del Ministerio de Justicia y Paz.
Mora añade que, en el marco de este convenio, cada año se gradúan, en promedio, unas ocho personas en el sistema penitenciario. Randall Portilla llevó sus estudios en la Unidad de Atención Integral (UAI) Pabrú Presberi, en Pérez Zeledón; mientras que Durán, Navarro y Andrés cursaron sus carreras en el Centro de Atención Institucional (CAI) Jorge Arturo Montero, en el complejo Occidente.
“Para mí ha sido una experiencia increíble pasar por este trago amargo de estar en un centro penal, pero también contar con la dicha de tener carrera profesional que me ayudará no solo en el desarrollo de mi vida personal, sino que me posibilitará cumplir el sueño de tener mi propia empresa cuando esté fuera de estos muros”, contó Durán, quien ya es ingeniero industrial, poco antes de recibir su segundo título profesional, esta vez dentro del sistema penitenciario.
Unos minutos después, Navarro recibía el preciado cartón. Manifestó su intención de servir de docente y guía a sus compañeros de celda, pues está convencido de que los conocimientos adquiridos crecen si se comparte. Pero también tiene un sueño más íntimo, más entrañable, que no quiso guardarse.
“Cuando salga de aquí, quiero mostrarles a mis nietas al abuelito reloaded. Me gustaría enseñarles que con las acciones de hoy podemos cambiar el mañana”.
Por su parte, Rodrigo Arias, rector de la UNED, manifestó que, para dicha casa de enseñanza, estas graduaciones son muy importantes porque constituyen la materialización de dos cosas muy concretas: por un lado, la perseverancia de las personas privadas de libertad y, por el otro, los resultados de este convenio de coordinación y de cooperación, que le abren oportunidades educativas a la población privada de libertad, impulsando así la inserción social.
La Ministra de Justicia y Paz, Fiorella Salazar, se hizo presente en la graduación realizada esta mañana en el CAI Jorge Arturo Montero. Ahí se refirió a la relevancia de estos procesos formativos.
“Hoy es un motivo de regocijo, de felicidad y de celebración para el sistema penitenciario. Este es el corazón de la inserción social, darle a la gente la oportunidad de desarrollar herramientas profesionales, pero también nuevas formas de ver la vida para salir al mundo, para vivir de forma diferentes y hacerlo mejor en esta segunda oportunidad”, recalcó la jerarca.