La separación de la familia y de los amigos constituye uno de los sufrimientos más agudos del encarcelamiento. Casi la tercera parte de los muchachos detenidos en el Centro de Formación Juvenil Zurquí sufre un abandono sistémico al no recibir ninguna visita.
Por eso, un proyecto elaborado por el despacho de la ministra de Justicia y Paz, Cecilia Sánchez, planteó fomentar grupos de apoyo externos para contrarrestar los efectos enajenantes del encierro.
Fue así como el sábado anterior, un grupo de diez voluntarios inició el proyecto con una serie de actividades lúdicas y dinámicas en equipo para brindarles un espacio de recreación a los jóvenes. En esa ocasión, se inició el trabajo con 16 menores de edad de las secciones C1 y A, tanto sentenciados como indiciados.
El objetivo del proyecto es atacar el sentimiento de abandono provocado por la no visita de familiares a la persona menor de edad y adulta joven, a través del acompañamiento y el vínculo de esta población con el exterior.
Las Reglas Nelson Mandela establecen que los nexos con la familia y toda la comunidad, conforman el núcleo más sólido para la reintegración social. Mientras los contactos con la familia puedan ser importantes para la mayoría de los reclusos, estos constituyen un problema especial para los reclusos juveniles y aquellos que tienen hijos pequeños.
Justamente, la Regla 88 plantea que, en lo posible, se buscará la cooperación de organismos de la comunidad que ayuden al personal del establecimiento penitenciario en la tarea de reinsertar a los reclusos en la sociedad.
De esa forma, un primer grupo de voluntarios recibió un taller de inducción por parte del Centro de Formación Juvenil Zurquí para prepararse en el manejo de población adolescente privada de libertad, aspectos relativos a la seguridad, a la confidencialidad de la información y a la necesidad de reducir el efecto enajenante que provoca la separación del núcleo más sólido para la persona privada de libertad.