Aquel viernes 11 de noviembre de 1977, un campesino de 18 años acompañaba a un aspirante a policía a una entrevista en el Centro Penitenciario La Reforma. El joven, que apenas había terminado el sexto grado en Palmares, no tenía interés en ese mundo de la seguridad y las prisiones, pero el destino le tenía reservada a Danilo Mesén una carrera en el ámbito penitenciario, académico y administrativo que lo llevó a ocupar, en la actualidad, la Dirección del Centro de Atención Institucional 26 de julio, en Puntarenas.
“Fue por accidente. Yo no tenía pensado trabajar como policía; era un chiquillo, un campesino que había ido a acompañar a una persona mayor que estaba interesada en ser contratada como policía. Pero la persona que contrataba me dijo: ‘si le interesa, también puede venir el 14’. Mi amigo me dijo que llegara, que no perdería nada, así que asistí”, recuerda Mesén.
Han pasado más de 40 años y aquel campesino que apenas se defendía con un curso de mecanografía desarrolló una carrera que le llevó a ocupar puestos de policía, de administrador y desde el 2016 la dirección del CAI 26 de julio.
En ese período se esforzó por obtener el bachillerato en educación media, una licenciatura en Derecho y una maestría en Gerencia Pública.
No fue sencillo, incluso desde el principio. “Como era tan joven y novato, mis jefes me enviaron a la Escuela Penitenciaria a realizar el curso básico policial de ese entonces. Concluí este curso y me reincorporé a laborar como policía y vi que sí me interesaba, así que me esforcé. Al principio laboraba cubriendo fortines, es decir, seguridad externa en un centro penitenciario; luego me pasaron a trabajar en seguridad interna cubriendo ámbitos de convivencia de los privados de libertad y ayudando en la oficialía de guardia, dados mis conocimientos de mecanografía”.
Hubo jornadas que, al evocarlas, traen consigo la tensión que viene aparejada con la labor penitenciaria. “Cuando se presentaban evasiones en La Reforma teníamos que rastrear los canales, surco por surco. Terminábamos ortigados”.
Y también tuvo que enfrentar, en una ocasión, un intento de fuga que dejó como saldo varias personas heridas. Un recuerdo constante de que el riesgo es compañero latente en este trabajo.
Combinar el trabajo con el estudio representó un desafío adicional. Mesén rememora que al presentar el bachillerato perdía algunos cursos, ya que tenía que estudiar después de la jornada laboral y no era inusual que se quedara dormido sobre los libros. Aun así, mantuvo su sacrificio académico, que le permitiría impulsar también su desarrollo administrativo.
Ascendió a encargado de Recursos Humanos de la Policía Penitenciaria en La Reforma, y para 1986 alcanzó la Subdirección de este cuerpo policial, puesto al que volvería dos veces después, en 1994 y en el 2014. Su desarrollo lo llevó a ser administrador y director del Centro Penitenciario de San Ramón, oficinista en la Isla de San Lucas y, a partir del 2016, Director del CAI 2 de Julio, en El Roble, Puntarenas.
Mesén no es ajeno a las situaciones que obligan a todo funcionario del Ministerio a estar siempre alerta. Recuerda que, en una ocasión, un privado de libertad en su oficina se puso violento y le arrojó el escritorio. Con este lo golpeó en la cabeza.
A pesar de ello, considera que ha logrado un buen equilibrio. La labor es satisfactoria, pero todas sus preocupaciones y desafíos se quedan en la oficina, cuando regresa a su casa, con su esposa y su hijo. “Mi esposa sabe que no le cuento las situaciones que enfrento en el trabajo porque se quedan en el trabajo”, comentó.